lunes, 31 de octubre de 2011

Ensayo: Zeitgeist II


Vicio Contractual entre el Estado y
 el ciudadano costarricense



El vicio contractual entre ciudadano y Estado consiste en que este ultimo deberá garantizar entre otras cosas;  el cumplimiento de  los derechos que le corresponde a cada una de las personas que integran la Nación, velar por el orden público,  procurar una correcta utilización de los fondos públicos, cerciorarse del buen funcionamiento de los entes estatales, invertir en gasto social,  garantizar el acceso de los ciudadanos  a los sistemas básicos  de salud y de educación, procurar el desarrollo integral y sostenible, y en general promover acciones dirigidas a satisfacer el interés público.

El ciudadano al aceptar esta forma de organización Estatal de orden democrático, debe cumplir con una serie de deberes, leyes, regulaciones y reglamentos con el fin de que su accionar sea legítimo y no atente contra los intereses de los demás. Con la delimitación de esos deberes y normativas el Estado trata de  asegurar el orden Público.

Este contrato se encuentra pactado, principalmente, en la Constitución Política, en la cual se establecen y delimitan las garantías, derechos  y deberes de los ciudadanos, así como las responsabilidades que le corresponde al Estado y los distintos entes públicos.

Ahora bien, para garantizar el cumplimiento de este contrato, el Estado debe generar los fondos necesarios que le permitan cumplir con cada una de sus obligaciones y al mismo tiempo  procurar el desarrollo integral de la Nación. En este punto, el dinero se vuelve protagonista y la producción de recursos es la preocupación de los dirigentes políticos.  Si los recursos propios no son suficientes y la economía nacional no crece, el Estado opta por el endeudamiento para asegurar su continuidad y  funcionamiento.

Costa Rica no es la excepción, y es uno más de los países que ha firmado cuantiosos préstamos  con el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.  Sin embargo; estas Instituciones Internacionales, lejos de ayudar se convierten en camisas de fuerza para los países que optan por su ayuda.

Los préstamos brindados vienen acompañados por una lista de acuerdos  y obligaciones que el país debe cumplir para convertirse en acreedor.

Estos organismos Internacionales, en sus acuerdos buscan conseguir que los países firmantes devalúen su moneda local, reduzcan el gasto público, privaticen entidades estatales, y promueva la apertura comercial.

Entonces cabe la pregunta; ¿El Estado recurre  a los préstamos para seguir cumpliendo con su misión, pero, hasta que punto estos préstamos son efectivos? A lo largo de la historia se ha demostrado el efecto contrario y contraproducente de dicha deuda, lejos de asegurar la continuidad del Estado garantizan la reducción de su campo de acción  y cada vez lo empobrecen más.

Ante esta realidad surge una nueva interrogante, ¿los dirigentes políticos que firman estos acuerdos lo hacen con la mejor y más noble intención o son comprados por intereses económicos?

La experiencia ha demostrado que el financiamiento con deuda es contraproducente, y que tiene el efecto de una bola de nieve, se hace cada vez más y más grande hasta que se vuelve imposible de manejar. Lo que parecía la solución a todos los problemas y el mecanismo de asegurar la continuidad del Estado se ha convertido hoy en su perdición. Y a pesar de esto, se sigue considerando la deuda para financiar presupuesto.

Sin duda, la corrupción es la respuesta. Los políticos fácilmente susceptibles, son comprados por intereses económicos. La coalición de líderes políticos con dirigentes de grandes corporaciones, tiene como objetivo para estos últimos, maximizar la ganancia y la riqueza sin importar la forma de conseguirlo.

Los políticos  y funcionarios públicos se prestan a este juego de intereses  económicos e interponen sus intereses personales y su ambición, a los intereses de la nación que representan. Sin importar las consecuencias para el país, firman acuerdos y hacen negociaciones que lejos de cumplir el contrato pactado con los ciudadanos lo quebrantan constantemente.

“No es saludable estar adaptado a una sociedad enferma”. Si realmente se tiene por objetivo la continuidad del Estado es necesario hacer un cambio ya, y poner en práctica nuevas formas de administración. Es necesario tratar de revertir el daño causado a la soberanía nacional, debemos reducir la deuda pública y buscar nuevas formas de financiamiento, adoptar políticas equilibradas y racionales que fortalezcan el accionar del Estado, utilizar eficientemente los recursos públicos, no encarecer el gasto social, procurar una mejor repartición de la riqueza, apostarle al fortalecimiento de las empresas estatales, reducir los gastos innecesarios y desmedidos; como por ejemplo los montos de salarios exorbitantes, los gastos en publicidad excesiva, y en general todas las partidas de gastos que no se justifican y que no tienen un fundamento válido, castigar la corrupción, dejar de firmar acuerdos que lejos de beneficiar al país lo perjudican.

Los ciudadanos piden eficiencia y cumplimiento de lo pactado. La obtención de  dinero no lo es todo, y menos si proviene de deudas. Si no lo sabemos utilizar correctamente pierde su valor. Como país, tenemos los recursos propios necesarios para financiar nuestro Estado pero debemos utilizarlos de manera inteligente, creativa y racional. 

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